viernes, 1 de enero de 2010

Puertas


-El alma no tiene puertas -dijo la niña-.

-¿Estás segura? -contestó la esclava, ya crecida-.

-Segurísima -asintió la pequeña, convencida-. El alma es libre, nada puede encerrarla.

-Salvo ella misma -respondió la esclava-.

La niña pareció dudar: - ¿Por qué habría de hacerlo?

- Por miedo.


- El alma no tiene miedo -la duda había desaparecido-. Nada puede dañarla. Es eterna.

- Tal vez lo sea. Pero sufre. Es vulnerable. A veces incluso resulta herida.

- ¿Herida?

- Sí. Las heridas del alma no pueden verse, pero pueden sentirse. Duelen, y a menudo dejan cicatrices.

- ¿Qué tiene que ver eso con las puertas?

- El alma construye sus propias puertas para protegerse. Así intenta evitar ser dañada, cerrándolas cuando resulta necesario.

- ¿Y lo consigue?

- ¿Evitar el daño? No. Eso es imposible. Cualquier cosa o persona que penetre en el alma acaba siempre provocando alguna herida.

- Bueno... ¡pues que deje las puertas siempre cerradas!

La esclava sonrío ante la inocencia de la niña.

- Podría hacerlo. Pero entonces no sentiría nada, ni dolor, ni alegría. Las puertas del alma son pesadas. Si se cierran, no es fácil abrirlas de nuevo. Y como tú dices, nada puede aprisionar al alma.

La niña no acababa de entenderlo. Pero aún tenía una pregunta.

- ¿Tú cómo tienes las puertas, a.?

La esclava suspiró.

- Apenas entreabiertas.

4 comentarios:

  1. Un dia esas mismas puertas estuvieron abiertas de par en par. Y tu futuro sera mucho mejor que tu pasado. Eres mas consciente de lo que eres, de lo que quieres, eres mas experta, has aprendido de errores pasados. Eres consciente que la ciudad eterna no se construyo en un dia. Pero con la misma certeza también estas segura. Que volveras a pasear por sus calles, recorrer fuentes y plazas y perderte en cada rincon.
    Mucho mejor que tu pasado.

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  2. mi metáfora siempre ha girado en torno al muro cuyos ladrillos los pone uno mismo a partir de sus miedos y resquemores, apilando los que le aportan los demás, y, muchas veces, los que han quedado del precedente. es decir, me inclino más hacia la idea de la pérdida de la inocencia que la existencia de una prevención perenne

    no obstante, a., me gusta la tuya, lo que añade al concepto. tenía un fallo: un muro cerrado acabará bloqueando todo o siendo derribado con mayores daños, ya que las fisuras que aparecen (¿o se dejan?) para poder sentir, pueden agrietarlo completamente... por ello, ha de tener puertas

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  3. Ojalá el futuro sea tan optimista como lo describes. La experiencia, sí, es un grado. Pero la inocencia es un bien irrecuperable; la "virginidad" del alma.

    Las puertas son más manejables que los muros, aunque sean pesadas. Pero yo también lo veo como una pérdida progresiva de la inocencia, que va cerrando esas puertas. Me gusta la idea del muro por los ladrillos que van construyéndolo. Tal vez sean puertas de piedra, al fin y al cabo.

    Gracias a ambos por vuestra visita y por vuestra intervención.

    Besos,

    a.

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  4. Intentando ponerme en el rollo dulzón/navideño de almas (prefiero el almax) y todo eso, debo decir que estoy de acuerdo con la niña. Qué tiene que ver todo eso con las puertas?
    Intentando entender le metafora... todo lo que llega a nosotros tiene la posibilidad de herirnos, todo, incluso un vaso de agua. En nosotros está la posibilidad de elgir qué tomamos, y qué no. Sin riesgo no hay victoria. Nunca.
    Hay que aprender a reparar los daños en el "alma" y tenerla preparada para que puedan visitarla de nuevo.
    Es ridículo acabar teniendo el alma más bonita, mas pura y mas virgen del cementerio, por haberla tenido encerrada.
    Además... seguro que hace llorar al niño jesus. Y eso si que no.

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