domingo, 2 de mayo de 2010

Estúpida

- ¡¡Estúpida, estúpida, estúpida!! Pero... ¿serás idiota? ¿Cómo pudiste caer otra vez en la trampa?

- Creí que él cuidaría de mí...

- Creíste, creíste... ¡Imbécil! ¿Acaso no sabes que siempre te equivocas?

La esclava seguía llorando.

- No llores, ¡maldita sea! ¡No lo merece!

- No es culpa suya. Fui yo quien se equivocó creyendo que era lo que yo esperaba.

- Eso es cierto. Siempre haces lo mismo. Eres una tonta ilusa. No entiendo cómo pudiste entregárselo.

- Ya te lo he dicho... creí que estaría en buenas manos.

- Pues ya ves lo que ha hecho con él. Espero que aprendas la lección y te lo pienses dos veces la próxima vez que quieras regalarlo.

Los llantos se hicieron más fuertes, inconsolables. Al final, acertó a murmurar:

- Ya es tarde... Yo se lo dí. Y ahora no sé cómo recuperarlo. Leer más...