Sentía el sabor del veneno deslizándose por su garganta. Amargo. Dañino. Sabía que la estaba matando poco a poco.
De sus letras ya no salían textos atrevidos, ni divertidos, ni provocadores. Ni palabras amables. Sólo ira. O tal vez tristeza. O tal vez, nada.
Las paredes la comprimían. No sólo ellas, su propio cuerpo. Su propio cuerpo la aprisionaba.
Se echó unas gotas más de veneno. Y siguió muriendo.
Bostak-bat
-
Ahora más que nunca.
Cinco dedos forman un puño.
Te esperamos
Te queremos
Estamos contigo y tú con nosotras
Por favor, vuelve
Hace 5 años
A veces hay que "morir" un poco, para empezar otra vez, con ansias y ganas renovadas.
ResponderEliminarEs una lastima leerte solo en momentos tristes, con textos melancolicos, por que siempre es un placer hacerlo.
Un abrazo.