sábado, 27 de febrero de 2010

Veneno


Sentía el sabor del veneno deslizándose por su garganta. Amargo. Dañino. Sabía que la estaba matando poco a poco.

De sus letras ya no salían textos atrevidos, ni divertidos, ni provocadores. Ni palabras amables. Sólo ira. O tal vez tristeza. O tal vez, nada.

Las paredes la comprimían. No sólo ellas, su propio cuerpo. Su propio cuerpo la aprisionaba.

Se echó unas gotas más de veneno. Y siguió muriendo.

1 comentario:

  1. A veces hay que "morir" un poco, para empezar otra vez, con ansias y ganas renovadas.
    Es una lastima leerte solo en momentos tristes, con textos melancolicos, por que siempre es un placer hacerlo.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar